El secuestro de Alfredo di Stéfano en venezuela – 1963

El 24 de agosto de 1963, la estrella del Real Madrid Alfredo Di Stéfano y mejor jugador de toda su Epoca, terminaría involucrado con el comando guerrillero venezolano, que con un operativo limpio y perfecto causaron pánico al mundo del futbol, aprovechando que el equipo español participaba en un torneo de prestigio internacional celebrado en Venezuela, desarrollaron un plan perfecto en protesta al presidente Rómulo Betancourt.

¿Quieres saber que paso en esos 3 días de mucha angustia y temor?
Pues acompáñanos hasta el final, donde podrás conocer la historia del Secuestro de La Estrella del Real Madrid a manos de Guerrilleros Venezolanos

La guerrilla y sus acciones terroristas

Y es que este hecho insólito ocurrió a las 6 de la mañana el 24 de agosto de 1963, el protagonista es el argentino Alfredo Di Stéfano, quien conoció a Ernesto “Che” Guevara en su etapa de jugador en el equipo de Millonarios de Colombia, pero esta vez le tocó visitar Venezuela siendo jugador del Real Madrid, equipo con el que venía de ganar cinco Copas de Europa.

La pesadilla de Di Stéfano

Todo inicia en el hotel Potomac de Caracas. El plantel del Real Madrid estaba en Venezuela para jugar el Mundialito de Clubes, torneo amistoso de gran prestigio, donde participarían el Madrid, el Porto, el San Pablo y Millonarios. Poco antes de las 6 de la mañana, sonó el teléfono de la habitación 216, donde dormían Di Stéfano y su compañero José Santamaría. Desde la recepción, el conserje le avisó al astro argentino que lo esperaba un grupo de policías. Di Stéfano creyó que se trataba de una equivocación, se negó a bajar y cortó el teléfono.

Al rato golpearon su puerta. Al abrir, el mejor futbolista de la época se encontró frente a un empleado del hotel y 3 hombres que se identificaron como policías nacionales. Su compañero de equipo Santamaría le aconsejó que lo mejor sería hablar con Agustín Domínguez Muñoz, quien estaba al frente de la delegación del equipo. No hubo tiempo, y los desconocidos se llevaron a la estrella del Real Madrid sin dar explicación alguna.

Con pistola en mano, el grupo armado obligó a Di Stéfano a subirse a un auto. En viaje con rumbo desconocido, le comunicaron oficialmente que lo secuestraban mientras le vendaban los ojos y le colocaban anteojos oscuros. El trayecto dio varias escalas para despistar al secuestrado, incluyendo un departamento, una casa de campo y finalmente un piso en el centro de la ciudad. A la una de la tarde, a través de un vocero anónimo, las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN) se atribuyeron ante la prensa el golpe de secuestro.

Mientras tanto, los captores le pidieron a Di Stéfano que no entrara en pánico y le aseguraron que no le harían daño, salvo que no cumpliera sus órdenes. La estrella del futbol se vio rodeado de falsos policías con ametralladoras, en un departamento colmado de cuadros y obras de arte y sin entender lo que le estaba ocurriendo, mientras que la noticia de su secuestro, recorría velozmente el planeta.

Las pinturas en la habitación eran de guerrillero Paúl del Río, el dueño de la casa, quien era artista plástico y líder de los secuestradores. Era uno de los que había estado en el hotel fingiendo ser policía. Del Río nació en Cuba y creció en Venezuela, hijo de republicanos españoles anarquistas. Se sumó a la guerrilla latinoamericana en la década de los sesenta. En Caracas se unió al Partido Comunista Venezolano (PCV) y al Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR).

¿Cual era la finalidad de este secuestro?

La operación de secuestro de Di Stéfano se trataba de objetivo propagandístico para protestar contra el gobierno venezolano de Rómulo Betancourt así que no pedirían rescate por el futbolista.

Di Stéfano no estaba al tanto de las cuestiones políticas y creía que la promesa de no dañarlo era la frase que se les dice a los secuestrados para que no pierdan la calma. Convencido de que la violencia estaba por desatarse, evaluó tirarse por una ventana. Aunque sus secuestradores no lo hubieran amenazado ni maltratado hasta el momento, temía que llegara la policía y se desatara una balacera.

En un intento para que lo liberaran, explicó que sus padres tenían problemas cardíacos y que la noticia podría matarlos. Del Río le repetía que su intención no era hacerle daño y que podría estar tranquilo. Pero es comprensible que el astro argentino no iba a calmarse mientras durara su cautiverio.

A 15 horas de su secuestro, la primera señal positiva fue el ofrecimiento de perros calientes, sándwiches, pizza, gaseosa y cerveza, Incluso un plato sofisticado a la altura del cautivo, paella. Di Stéfano, que no había querido siquiera quitarse los zapatos o cambiarse de ropa, se negó a comer dichos manjares para alguien que está privado de su libertad en contra de su propia voluntad.

Pero el trato VIP no termina allí, después llegaron los juegos de mesa para matizar la espera, naipes, dominó y ajedrez. Espera de la cual el futbolista más determinante del momento no tiene ni la más mínima idea de cuál es la intención de sus captores. Continuando con el buen trato, le ofrecieron cigarrillos, habanos y participar de apuestas en carreras de caballos, la cual es una de las aficiones de Di Stéfano.

El 25 de agosto, al día siguiente del secuestro, le permiten escuchar por radio el partido Real Madrid contra el Porto, donde el Madrid va a jugar sin su más grande estrella, decisión abalada por el presidente del club español Santiago Bernabéu. Tras el secuestro de Di Stéfano, la delegación entera del club se había trasladado y hospedado bajo la protección de la embajada de España.

Alfredo Di Stéfano no dejaba de pensar en Sara, su esposa, desesperada en Madrid junto a sus hijos. Ser el mejor jugador del Real Madrid y del mundo, no lo ponía esta vez en una situación de privilegio, más bien lo ponía en el centro de una verdadera pesadilla.

La Liberación

Ya al tercer día, sus secuestradores le comunicaron que lo liberarían. Esta parte del plan incluía un cambio de vestuario y raparle el cabello. Pero Di Stéfano, conocido como La Saeta Rubia, les implora que no lo hagan. Su argumento es que le queda poco cabello. Entonces le ponen un sombrero para no ser distinguido en las calles de la gran Caracas.

De manera peculiar, Di Stéfano le pide a sus amables y considerados captores que le den una pistola, esto por si le toca defenderse en alguna balacera. Los captores desde luego, riéndose de la petición no le dan el arma, y le vendan los ojos, como habrían hecho 3 días antes.

A las 2:45 pm del lunes 26 de agosto lo trasladan hasta la calle Libertador con instrucciones y dinero para que tomara un taxi hasta la embajada española. Apenas lo liberan en plena calle, Di Stéfano corre desesperadamente escondiéndose detrás de un árbol, con temor a que le dispararan por la espalda. Cuando nadie estuvo a la vista, toma un taxi y se marcha del lugar con rumbo a su libertad.

Al llegar a la embajada y tras la celebración por su regreso sano y salvo, se entera que debe jugar un partido al día siguiente por decisión del presidente del club, Santiago Bernabéu. Después tuvo que prestar declaración a la prensa de todo lo sucedido, pero aun no habría terminado lo que significaría una tortura a su persona. Unas horas después, durante la conferencia de prensa para anunciar su liberación, detectó a 2 de sus secuestradores mezclados con los periodistas.

Aun asustado por todo lo que le estaba sucediendo, esa noche casi no durmió. Así que decide trabar la puerta de su habitación con una silla sin dejar pasar a nadie. Al día siguiente juga uno de los peores partidos de su vida a la espera de marcharse pronto al aeropuerto, lugar donde un policía extraño le guiña un ojo y le dice al oído: “Gracias, Alfredo, te portaste muy bien”.

Apenas despegó el avión, Di Stéfano se toma una gaseosa tras otra, lo que hacía siempre que sentía ansiedad. En medio de tantos momentos de gloria futbolística, aquellos 3 días temibles quedarían grabados en su mente hasta el fin de su vida.

La guerrilla en Venezuela

Al mando del movimiento revolucionario MIR, Paúl del Río ya había realizado otro secuestro exitoso. Venía de dar un golpe impactante en 1964 conmoviendo a la prensa internacional con el secuestro de Michael Smolen, agregado militar de la Embajada de Estados Unidos en Caracas. Sin embargo, quedó en la historia como el captor de Di Stéfano, un personaje al que los guerrilleros insurgentes admiran y respetan. La noticia del secuestro de Di Stéfano, siendo una figura del deporte mundial, llegó incluso a portadas como la prestigiosa revista “Time”.

Del Río cayó detenido en 1971 y estuvo en prisión hasta 1974, cuando fue liberado por un plan de pacificación impulsado por el gobierno de Rafael Caldera. Desde entonces, se dedicó de lleno a la pintura y la escultura. Le mandó a Di Stéfano uno de sus cuadros como regalo y hasta estuvo en 2005, en el estreno de “Real, la película”, documental dirigido por Borja Manso, donde Del Río se reencontró con su captor. Esa noche Di Stéfano se negó a darle la mano ante los fotógrafos.

Del Río murió en 2015. Poco antes recordó que el secuestro a Di Stéfano había sido su operación “más sencilla y más famosa, sin muertos ni detenidos”.

Años despues

Muchos años después del secuestro, Di Stéfano llegó a perdonar a sus captores. Los denominó como: “altruistas, gente con un ideal”. También contó que conservaba en su casa el cuadro pintado por uno de ellos, firmado como “Del Río Canales”. Regalo para resarcirse del sufrimiento causado. ¿Qué habrían hecho ustedes con el cuadro? ¿Habrían estrechado la mano de su secuestrador años más tarde? Queremos leer su opinión en los comentarios.

Si quieres conocer más sobre las guerrillas organizadas por partidos políticos comunistas para desestabilizar el orden político en Venezuela, aquí te dejamos el enlace. Así llegamos hasta el final del video, recuerda suscribirte si aún no lo has hecho y dejar un like y tu comentario.

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